1 DE CADA 3 ABOGADOS NO VOLVERÍA A ELEGIR SERLO

Por: Juan Perán

¿CUÁNTO TRABAJAMOS LOS ABOGADAS EN ESPAÑA?

Un estudio realizado por ElDerecho.com indicaba que el 73% de abogadas y abogados trabajaba más de 40 horas semanales.

De ese grupo un 60% lo hace entre 40 y 60 horas. Otro 13% realiza jornadas semanales de más de 60 horas.

Sin embargo, esto no ha sido siempre así en la abogacía independiente.

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¿Qué nos está pasando?

Las condiciones de vida en general mejoran y las de los abogados empeoran como consecuencia de un trabajo estresante.

Según una investigación coordinada por la OMS, 55 horas de trabajo a la semana elevan hasta un 35% el riesgo de morir por un ataque al corazón u otra enfermedad cardiovascular. El riesgo es más que evidente para quienes emplean entre diez y doce horas de trabajo al día.

En los últimos 20 años los largos horarios se han convertido en el primer riesgo laboral hasta provocar un tercio de los problemas sanitarios relacionados con el empleo. Un viejo amigo de mi abuelo algo perezoso decía: “Si el trabajo es salud, viva la tuberculosis”.

El el exceso de trabajo provoca casi 750.000 muertes al año y son los jóvenes los que más lo sufren.

El cambio de culturas de trabajo obedece en gran medida al aumento de la competitividad desde los años 70.

En nuestro concreto ámbito también a la cultura de la abogacía de la gran firma, cuyos problemas fueron debatidos en Abogacía Crítica: manifiesto en tiempo de crisis (Aranzadi, 2020)

También contamos con más datos. Por ejemplo, se ha publicado el primer Estudio sobre la Salud y el Bienestar de la Abogacía Española  realizado en colaboración con el Instituto de Salud Mental de la Abogacía (ISMA).

Al analizar todos los datos que reportan esos estudios se desprende un dato inquietante:

El 30% de los abogados no ejercería la misma profesión si pudiese volver a elegir

El estudio, realizado en el mes de abril de 2019 participando 672 abogados de España, muestra el nivel de satisfacción personal con el desarrollo y ritmo de la carrera profesional y familiar.

Los encuestados también valoran el tiempo dedicado a su actividad profesional.

LA MAYORÍA DICEN ESTAR SATISFECHOS

Para el 75% de los abogados encuestados, el desarrollo y ritmo de su carrera profesional es satisfactorio.

El grado de satisfacción se vincula directamente con que los satisfechos (el 68%) son socios o socias del despacho, ya sea como abogados seniors o juniors.

Sin embargo, no piensan lo mismo sus familias. Estas se muestran insatisfechas en un 41%. El motivo es que consideran que su familiar abogado dedica excesivo tiempo a su trabajo.

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LA PREGUNTA ¿VOLVERÍA A ELEGIR LA ABOGACÍA?

2/3 partes contestan afirmativamente a la misma.

Sin embargo, casi un 30% han contestado que si pudieran volver atrás elegirían otra profesión.

No se sabe con precisión el motivo de ese rechazo de casi 1/3 parte a la profesión. Pero todo apunta a considerar que el estrés, el excesivo esfuerzo, las dificultades en el ejercicio, la valoración negativa de la profesión o los escasos ingresos pueden estar detrás de esa opinión.

LOS INGRESOS DE LOS ABOGADOS

La mayoría de los encuestados considera que su nivel de ingresos es aceptable y satisfactorio.

Sin embargo, el informe muestra que es un asunto preocupante, sobre todo para los abogados jóvenes de hoy en día.

En general el 31% de los encuestados considera que sus ingresos no son nada satisfactorios.

Un 14% declaran que tienen que complementar sus ingresos con otro trabajo para poder cubrir sus necesidades económicas.

Muchos abogados necesitan inscribirse en los servicios de Justicia Gratuita de sus colegios profesionales. Más allá de la labor de compromiso social, lo necesitan para obtener unos ingresos suplementarios.

Quienes nos hemos dedicado durante años a defender los derechos de las personas más desprotegidas y vulnerables, consideramos que, un servicio público de la importancia del Turno de Oficio, está muy infravalorado por los poderes públicos.

Este es también otro motivo de desafección con una profesión que, ejercida con vocación, debería ser más satisfactoria.

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EL ESTRÉS DE LOS ABOGADOS

En la encuesta se ha preguntado sobre concretos factores de riesgo en el ejercicio de la profesión:

  • Estrés
  • Sedentarismo
  • Insomnio
  • Sobrepeso

El 98% no ha dudado en considerar el estrés como el mayor riesgo que conlleva su trabajo.

La segunda preocupación de los abogados encuestados es el sedentarismo al que les obliga el ejercicio de la profesión.

Siendo esto así, ¿Cuál es el coste para estos profesionales? ¿Cuál es su nivel de bienestar? ¿Están satisfechos con la calidad de su vida ejerciendo la abogacía?

Las respuestas indican que tanto la calidad de vida, como el nivel de bienestar económico están amenazados por el ritmo de vida al que obliga una profesión con tan altos índices de estrés.

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¿QUÉ HACE INFELICES A LOS ABOGADOS? 

El ejercicio de la abogacía se asemeja bastante a la guerra. Hay que librar una contienda que debe siempre intentar evitarse. Sin embargo, cuando la diplomacia falla, es necesario acudir al campo de batalla, los tribunales para dirimir las divergencias.

Librar batallas implica generar un nivel de estrés. Es decir, al ya de por sí patente estrés de la vida actual, se une el específico de nuestra profesión.

Los niveles de exigencia en el cumplimiento de las obligaciones de los abogados son elevados y, además, estamos en medio entre el sistema judicial y el cliente.

Sin olvidar que enfrente tenemos a otro compañero. Muchas veces con ánimo y actitud de evitar la controversia. Otras por desgracia con una actitud totalmente contraria a ello.

Para algunos abogados no es fácil sobrellevar que otro profesional – colega- intentará zancadillearle para hacerle caer y derrotarlo. Es así porque la derrota del contrario equivale a nuestro propio triunfo.

El abogado, a diferencia del médico, cuenta con alguien «que quiere que falle en su labor».

Lo más desalentador tiene lugar cuando el abogado se ha dejado la piel en un asunto y recibe una sentencia que tira abajo todo su esfuerzo con un formalismo o que, resuelve el asunto con superficialidad hasta el punto de que el abogado duda de que el juez se haya leído nada.

Son esas situaciones en las que el abogado no lo entiende y no sabe como explicárselo al cliente.

Todos hemos tenido esos momentos y realmente coinciden con los deseos de abandonar y dedicarse a otra cosa con preguntas inevitables como: ¿Para esto tanto sacrificio? ¿Dónde está la justicia? ¿Qué le explico ahora a mi cliente?, etc.

En definitiva, que otro factor de angustia en el ejercicio de la abogacía es siempre el de la inmensa incertidumbre sobre el desarrollo y el desenlace del pleito.

El sistema judicial español no es precisamente un modelo de eficacia y equilibrio.

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La jurisprudencia es en muchas ocasiones contradictoria.

La valoración de las pruebas es menos equilibrada y coherente de lo que debiera.

En la mayoría de las ocasiones esta profesión exige tener que manejar situaciones mas allá de las leyes. Poseer el don de conocer y saber “tratar a cada cliente” según sus características y necesidades.

Aplicar psicología fina con el propio cliente (que ve las cosas como quiere verlas), con peritos y testigos y sobre todo con quien decide si ganamos o perdemos: el juez.

También genera dificultad verse obligado a defender cuestiones en las que no se cree del todo. Pero claro, los clientes escasean y muchos no pueden hacer remilgos y dejar de llevar un asunto.

En ocasiones todos hemos defendido a clientes que, pese a saber que carecen de razón jurídica o moral, les hemos llevado el asunto porque lo necesitábamos.

Hace 30 años los abogados escogían a sus clientes

Hoy en día ocurre a la inversa

Mi experiencia me demuestra que no es buen planteamiento, pues tiende a salir mal.

Al igual que “se ganan sentencias y se pierden juicios”, también hay situaciones en las que se gana el pleito, pero se sabe que el resultado no es justo.

En esos casos el abogado con un exceso de ética no vivirá con satisfacción el triunfo.

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¿REFLEXIONAMOS LOS ABOGADOS SOBRE LO QUE NOS PASA?

Durante nuestra ajetreada vida profesional no siempre es fácil detenerse a pensar cómo nos sentimos.

Del despacho al juzgado; de la exigente llamada del cliente de siempre a la urgencia de conciliar todo ello con la vida familiar.

¿Dónde está el equilibrio? ¿Cuándo hay un espacio para el respiro?

Cuando esa imposibilidad de disfrutar del presente se enquista, se empieza a pagar una factura.

“No creo estar deprimido, pero no puedo más”.

Esta queja evidencia que estamos “quemados”, en definitiva, mental, emocional y físicamente.

Las causas las ya descritas: exigencias agobiantes, estrés crónico o insatisfacción laboral.

Y por supuesto que no es algo propio del mal trabajar de los españoles.

Atención porque, según la American Bar Association (ABA), la organización líder del sector en EE UU, el 28% de los abogados americanos sufre depresión y el 19% ansiedad severa.

Quizá nuestro clima y nuestra dieta no nos llevan a esos extremos pues además dicen que somos de los ciudadanos más optimistas del mundo.

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AL FINAL: MUCHA CARGA DE TRABAJO Y POCAS HORAS DE SUEÑO

Para vivir bien debes sentir que tu descanso es apropiado.

Muchos abogados se resienten por maratonianas jornadas de trabajo que incluso se extienden durante los fines de semana.

Plazos que finalizan y escritos o vistas que hay que preparar, obligan a ello.

La carga de trabajo se logra sacar adelante restando horas al sueño.

Además, no siempre son plácidas, sino que, como consecuencia del estrés y la ansiedad, el sueño no es en muchas ocasiones de calidad.

Solo el 11% de los abogados encuestados consideran satisfactoria la calidad de su sueño.

Más de un tercio, en concreto el 31% de los encuestados, consideran su sueño “poco o nada satisfactorio”. 

Casualidad o no, coinciden en porcentaje el número de personas que descansan mal con el que no volvería a ejercer de abogado

En lo que todos están de acuerdo, es que la causa de su “insomnio” está provocada por la preocupación y el estrés que les genera el ejercicio de la profesión.

Las no siempre fáciles relaciones con los clientes; la burocracia del sistema judicial; llevarse los problemas a casa; la preocupación de que sus errores tengan consecuencias personales, hace que conciliar el sueño no resulte algo fácil.

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¿CÓMO CREEN LOS ABOGADOS QUE LES VE LA CIUDADANÍA?

Sobre este punto, las opiniones están divididas casi al 50 %.

Es evidente que cada cual opina según su personal experiencia.

A rasgos generales casi la mitad de los encuestados (49%) considera que la abogacía se encuentra actualmente mal valorada entre la ciudadanía.

Un 51% considera que la gente valora positivamente la profesión.

Los motivos por los que se cree que los ciudadanos no tienen buena opinión de los abogados son variados.

Desde la falta de resultados, pasando por la incomprensión en general de la justicia; las faltas de ética y también por considerar que contratar los servicios de un abogado es bastante caro.

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¿Y AL FINAL QUÉ CONCLUSIÓN OBTENEMOS?

Los abogados han existido desde siempre y seguirán existiendo.

Es evidente que en los últimos 50 años la profesión ha experimentado cambios radicales, no precisamente para bien de todos los abogados.

De ser una profesión de prestigio y anhelada por muchos jóvenes al considerarla fuente de importantes ingresos, ha pasado a ser vista como una profesión de enorme responsabilidad y carga de trabajo.

Los abogados como los médicos eran respetados y reverenciados.

Hoy en día los clientes nos exigen resultados. Los usuarios de la justicia, con mayor información, son más conscientes de sus derechos y están más predispuestos a fiscalizar nuestra labor y a reclamarnos si consideran que el servicio no está a la altura de lo esperado.

El sistema judicial se ha hecho mucho más complejo y la exigencia de formación y actualización también se ha incrementado para los abogados.

Hoy en día es impensable un abogado generalista como ocurría hace apenas 30 años.

Sin especialización es muy difícil lograr hacerse un hueco en el complejo panorama legal.

Todas estas circunstancias unidas, en ocasiones, a un nivel de ingresos modesto, especialmente para aquellos jóvenes que empiezan el ejercicio de la profesión, conducen al desánimo.

Pero los abogados somos una pieza esencial en la sociedad y en el sistema que pone orden a la misma: el sistema judicial.

Por ello, es necesario y urgente revertir el actual nivel de insatisfacción de sufre la abogacía y que preocupantemente, va en aumento.

En palabras de Tomás Gabriel García Micó, vicepresidente primero del Instituto de Salud Mental de la Abogacía, que ha hecho posible el I Estudio sobre la salud de la abogacía: los abogados respecto de la ciudadanía “somos su voz, compartimos sus temores, sus preocupaciones, sus lamentaciones, sus victorias y sus derrotas».

Por esa razón es importante que los abogados quieran seguir siéndolo y mejorar las condiciones del ejercicio de la profesión.

Con abogados satisfechos la defensa de los derechos de la ciudadanía estará en mejores condiciones de ser realizada.

El malestar de los abogados solo puede genera un empobrecimiento de la calidad de la justicia y eso por desgracia, se está empezando a producir.

En palabras de María Eugenia Gay, Decana del Ilustre Colegio de la Abogacía de Barcelona, “actuar con ética y responsabilidad. Solo así podremos generar un impacto positivo en el entorno y contribuir a un mayor bienestar de las personas”.

Si quieres conocer más detalles del I Estudio sobre la Salud y el Bienestar de la Abogacía Española puedes descargarlo aquí.

I ESTUDIO SALUD Y BIENESTAR ABOGACÍA ESPAÑOLA